Juli Dalmau, diputado del Grupo Parlamentario Socialista y secretario de Política Municipal de la Federación Socialista de Mallorca.
Juli Dalmau, diputado del Grupo Parlamentario Socialista y secretario de Política Municipal de la Federación Socialista de Mallorca.
La fortaleza de las instituciones europeas
Ciertamente, resulta complicado observar con optimismo en 2021 después de los hechos ocurridos el pasado seis de enero en Estados Unidos. La insurrección producida en el Capitolio por parte de los seguidores de Trump, el día que debía ratificar la victoria de Biden, no hace otra cosa que confirmar la corrosión que el populismo de extrema derecha tiene sobre los fundamentos de la democracia. Desgraciadamente, en los últimos años, este peligro se ha extendido ampliamente y ningún sistema democrático, por muy firme o arraigado que esté, puede mostrarse libre de esta amenaza.
En este sentido, Europa no ha sido excepción y, de hecho, si nos remontamos a los inicios de este siglo recordaremos el descalabro que provocó la posible participación en el gobierno de Austria del ultraderechista Jörg Haider o el resultado de Jean- Marie Le Pen en la primera vuelta de las elecciones presidenciales francesas celebradas en 2002. en cualquier caso, si bien estos dos eventos, en su momento, activaron todas las alarmas, cabe decir que, posteriormente y de manera progresiva, se ha ido normalizando la presencia de la extrema derecha en las instituciones. Es más, actualmente Hungría y Polonia, y hasta hace poco Italia, representan los ejemplos más claros del acceso de la extrema derecha en el poder en el ámbito de la Unión Europea.
Además, en la mayoría de los casos, la implosión de estos movimientos ha tenido un carácter marcadamente antieuropeo y contrario al sistema de toma de decisiones establecido por Bruselas. Por lo menos, creo que la mejor garantía para combatir el populismo de extrema derecha es la apuesta unívoca por Europa y, a pesar de que en ocasiones el debate en torno a la UE pueda parecer muy lejano, y que alguna vez no haya sido al la altura de las circunstancias, como en la anterior crisis económica o frente a la cuestión migratoria, creo que en 2021 abre un escenario de esperanza en el marco comunitario que, entre otras cuestiones, puede revertir la influencia creciente de los populismos.
En primer lugar, gracias al pacto europeo para la recuperación, dotado con 750.000 millones de euros, que supone un cambio de paradigma en la manera de afrontar las consecuencias económicas producidas por la pandemia. Si en 2008 se impuso la austeridad a ultranza, en esta ocasión la apuesta de la UE está dirigida a la modernización de las economías de los Estados miembros a través de diferentes planes para avanzar en una recuperación verde, digital y social. Ahora bien, la prontitud en la aplicación de estos fondos resulta primordial para paliar el impacto de las restricciones establecidas para frenar los contagios de la Covid-19. Por lo menos, el veto impuesto hasta finales de diciembre por los gobiernos polaco y húngaro, con la connivencia de la derecha española, ha impedido una mayor celeridad en la tramitación de estos nuevos fondos. El último episodio que hemos vivido, en este sentido, es el voto en contra del PP al decreto para regular la aplicación de los fondos de recuperación. Un hecho que en Italia ha supuesto la caída del gobierno y, en consecuencia, una mayor inestabilidad ante un escenario extremadamente complejo. En definitiva, ningún sentido de estado, ni siquiera en aquellas materias, como la política exterior, que en España siempre ha gozado de un cierto consenso.
En segundo lugar, la UE también se ha puesto al frente de la adquisición de aquellas vacunas que, de manera más avanzada, han demostrado su eficacia y seguridad para combatir la Covid-19. El acuerdo comunitario con los diferentes laboratorios ha permitido que los estados miembros decidan si participan de la compra de estas vacunas y, bajo este marco, los Presupuestos Generales del Estado para 2021, aprobados recientemente pesar de la oposición del PP, VOX y Ciudadanos, prevén una partida de 1.000 millones de euros para obtener las vacunas que ahora mismo ya se están abasteciendo a determinados colectivos de nuestra población. Por lo menos, las dificultades surgidas en relación al cumplimiento de los contratos establecidos, han forzado la UE a bloquear la exportación de las vacunas producidos en el territorio europeo.
En definitiva, creo que es importante destacar que, frente a las nefastas consecuencias económicas y sociales que ha comportado la pandemia del Covid-19, y que suponen un campo de cultivo muy favorable para el auge del populismo de extrema derecha, la UE ha tomado la delantera y ha actuado con decisión para dar respuesta a los dos ámbitos más afectados por este virus: el económico y social, con un gran pacto para la recuperación; y el sanitario, con una acción rápida y coordinada por la adquisición de millones de dosis de vacunas. La situación aún es muy complicada, y todo parece que llena de obstáculos, pero hay que confiar en la fortaleza de las instituciones europeas como medio para superar la situación actual.
Foto portada: propiedad de psib-psoe.org